miércoles, 14 de diciembre de 2011

Mary bought me a ticket to Donosti!

Se le ponen a uno los pelos de punta cuando suena el Boss y todo se llena de poesía alrededor...

Thunder Road

The screen door slams
Mary’s dress waves
Like a vision she dances across the porch
As the radio plays
Roy Orbison singing for the lonely
Hey that’s me and I want you only
Don’t turn me home again
I just can’t face myself alone again
Don’t run back inside
darling you know just what I’m here for
So you’re scared and you’re thinking
That maybe we ain’t that young anymore
Show a little faith, there’s magic in the night
You ain’t a beauty, but hey you’re alright
Oh and that’s alright with me

You can hide ‘neath your covers
And study your pain
Make crosses from your lovers
Throw roses in the rain
Waste your summer praying in vain
For a savior to rise from these streets
Well now I’m no hero, that’s understood
All the redemption I can offer, girl
Is beneath this dirty hood
With a chance to make it good somehow
Hey what else can we do now
Except roll down the window
And let the wind blow back your hair
Well the night’s busting open
These two lanes will take us anywhere
We got one last chance to make it real
To trade in these wings on some wheels
Climb in back
Heaven’s waiting on down the tracks
Oh oh come take my hand
Riding out tonight to case the promised land
Oh oh Thunder Road, oh Thunder Road
oh Thunder Road
Lying out there like a killer in the sun
Hey I know it’s late we can make it if we run
Oh Thunder Road, sit tight take hold
Thunder Road

Well I got this guitar
And I learned how to make it talk
And my car’s out back
If you’re ready to take that long walk
From your front porch to my front seat
The door’s open but the ride it ain’t free
And I know you’re lonely
For words that I ain’t spoken
But tonight we’ll be free
All the promises’ll be broken
There were ghosts in the eyes
Of all the boys you sent away
They haunt this dusty beach road
In the skeleton frames of burned out Chevrolets

They scream your name at night in the street
Your graduation gown lies in rags at their feet
And in the lonely cool before dawn
You hear their engines roaring on
But when you get to the porch they’re gone
On the wind, so Mary climb in
It’s a town full of losers
And I’m pulling out of here to win

LETRA TRADUCIDA


Thunder Road

La puerta de rejilla da un portazo
El vestido de Mary ondula
Como una visión, baila en el portal
Mientras, suena la radio
Roy Orbison está cantando para los solitarios
Hey, ese soy yo, y te quiero sólo a ti
No me hagas volver a casa
no tengo valor para estar solo
No corras adentro
Cariño, ya sabes para qué estoy aquí
Así que estás asustada y piensas
que quizás ya no seamos tan jóvenes
Muestra un poco de fe, hay magia en la noche
No eres una belleza pero, oye, no estás nada mal
Oh, y para mí eso basta

Puedes esconderte bajo tus mantas
y estudiar tu sufrimiento
Hacer cruces de tus amantes
Tirar rosas bajo la lluvia
Pasar el verano rezando en vano
para que un salvador aparezca en las calles
Bueno, yo sé que no soy un héroe, eso está claro
La única redención que puedo ofrecerte, chica
está debajo de este sucio capó
Con una posibilidad de que salga bien
Oye, ¿qué más podemos hacer?
Excepto bajar la ventanilla
y dejar que el viento eche hacia atrás tu pelo
Bien, la noche irrumpe con fuerza
Estos dos carriles nos llevarán a alguna parte
Tenemos una última oportunidad de hacerlo realidad
cambiar esas alas por unas ruedas
Sube atrás
el cielo nos espera en el camino
Oh, oh, venga, coge mi mano
Esta noche la tierra prometida será nuestra
Oh oh Carretera del Trueno, oh Carretera del Trueno
Oh Carretera del Trueno
Estirada ahí afuera como un asesino al Sol
Oye, sé que es tarde, podemos lograrlo si corremos
Oh, Carretera del Trueno,
Agárrate fuerte, Carretera del Trueno

Bien, tengo esta guitarra
y aprendí a hacerla hablar
Y mi coche está ahí atrás
si estás preparada para hacer ese largo camino
Desde tu portal hasta mi asiento delantero
La puerta está abierta, pero el viaje no es gratis
Y sé que te sientes sola
por las palabras que no he dicho
Pero esta noche seremos libres
se romperán todas las promesas
Había fantasmas en los ojos
de todos los muchachos que rechazaste
Se aparecen en esta polvorienta carretera de la playa
en los armazones de Chevrolets calcinados

Por la noche gritan tu nombre en la calle
Tu túnica de graduación yace en harapos a sus pies
Y en el rocío solitario antes del amanecer
oyes rugir sus motores
Pero cuando llegas al portal ya se han ido con el viento
Así que, sube, Mary
Esta es una ciudad llena de perdedores
y yo me largo de aquí para ganar

martes, 29 de marzo de 2011

Reflexiones . 4 . Dictacracias y demoduras

No sé muy bien si son con B o V, con o sin H, pero uno está cansado de dictacracias y aún más de demoduras, o como se escriban. Mentirosos, o gente que no dice la verdad, that's the only question!. Una nos permite elegir la salsa con la que ser cocinados, como decía Galeano. La otra simplemente trata de convencernos de que la salsa que han elegido para nosotros es la mejor, y con ella nos llevan a la pota (añadiría aquí, siendo escatológico, que yo me cagaría en la cazuela mientras me cocinan, para que al menos coman mierda mientras me devoran; pero no quiero serlo, asique no lo diré; quede esto como una reflexión personal colocada aquí en forma de acotación teatral). Hay dictácratas altos, bajos, gordos y flacos, pero todos son duchos en el viejo arte de la demagogía y el engaño. Hay demodores negros, blancos, viejos y jóvenes, pero todos ellos son los mejores amigos de un pueblo al que aniquilan por la espalda.
Unos descalifican a quien no piensa como ellos, otros los matan, y luego está Putín que hace ambas, o Ahmadineyad que desobede acuerdos internacionales (cómo también los desobedece EEUU o Australia, nos nos olvidemos de estos y su "paso de Kyoto" que tengo que sostener la sociedad del bienestar), o Kim Jong-il que simplemente no pertenece a este mundo, o la república bananera de Chavez dónde te pueden expropiar tu empresa porque si (no dejen señores de hacer el ejercicio de colocar en el google lo siguiente: "chavez expropia una empresa", los resultados hablan por sí solos), o los Castro con su política de oídos cerrados alimentada con propaganda unilateral mientras el pueblo sobrevive a base de arroz y patatas (que denunciaba Sabina Guzzanti), o Hu Jintao al frente de la segunda economía mundial a costa de ser el primero en saltarse los derechos humanos a la torera que decimos aquí en España, por otra parte bonito país acondicional dirigido mediante una dictacracia en la que el poder se reparte entre dos cada ocho años más o menos, y dónde una empresa puede comprar hoy un suelo para venderlo mañana al 10000%, han oído bien, diez-mil-por-ciento del valor del día anterior (hablo de Martín-Fadesa, para quien le interese). Imagínense quien gana con todo esto, tengo unos trescientos cincuenta amigos en Facebook y ninguno se ha hecho rico especulando, rectifico, ninguno ha ganado dinero especulando. Por seguir un poco más, los aún no famosos de la zona de moda, todos o casi todos, presidentes de facto de sus respectivos paises tras golpes de estados mayoritariamente militares (esto nos suena en este país, ¿verdad?), como Moussa Dadis de Guinea, Teodoro Obiang de Guinea Ecuatorial (íntimo amigo de media Europa como era Gadaffi), Muhamed Uld Albdelaziz de Mauritania, Omar Hasan de Sudan, Robert Mugabe de Zimbabwe. Para ellos estas rápidas reflexiones. Uno, Paz no significa bienestar. Dos, las redes sociales tumban la censura y organizan el desorden. Tres, la presión internacional y la sospecha crece con el cierre del paso a la prensa. Cuatro, hacerse fotos y darse la mano con los líderes de Europa y EEUU ya no significa nada.
Toda esta gente de tan dispares pensamientos e ideologías hacen que a veces incluso se entremezclen y salgan las, seguramente desconocidas para todos ustedes, democracias y dictaduras. Es lo que tiene el mundo globalizado, que nos hace a todos gilipollas y no vemos lo que pasa. Y añadiría para terminar un, ¡no-te-jode!.



jueves, 17 de marzo de 2011

Reflexiones . 3. Agujas de palanca


Sólo había ido a sacar unas fotografías, buscaba el contraluz de una báscula de metal oxidado encuadrada entre los cristales rotos por la soledad definitiva. Salté por la ventana y dentro de la caseta, tristemente custodiado por la inmundicia del olvido y las cenizas de la decadencia, topé con dos vetustas agujas de palanca. Vías cinco y once. Lado Palazuelo. Lado Astorga. Vapor sosegado, silbidos adormilados, despedidas disfrazadas. Perenne encanto de la derrota; no hay ya tren que esperar, pero subo a otro vagón, el del tiempo.

martes, 8 de febrero de 2011

Reflexiones . 2 . La linealidad del tiempo.

Corporales. Algun instante entre los febreros del 1951 y 2011.

La gente que cree que los rencores de la guerra civil se han enterrado junto a quienes todos sabemos, está equivocada. Hay quienes tratan de hablar de ello como un tiempo muy lejano, cuando eran niños y corrían tras un balón de fútbol, pero pronto recuerdan también huir del silbido de las balas contra el viento, hacia las casas. Los oriundos saben los nombres de los cuatro, los bandoleros, dicen algunos, pero al llegar al último todos se sumergen en silencios y ninguno se atreve a mentar su nombre.
No había sombras aquella mañana, la luz del sol reflejada en las calles repletas de nieve helada, las engullía lentamente. El deshielo goteaba llanto por los negros techos de pizarra, los perros corrían en busca de cariño y los gatos agazapados observaban silenciosos, como lo hicieron todos hace años en La Cabrera, el fin del mundo. Arricivita en su despacho, el sargento Ferreras pateando monte y él controlando todo lo que se moviera de Puente Domingo Flórez al valle del Eria. De la lejanía llegaba el susurro de una gaita solitaria mientras en algún pueblo de la campiña las campanas doblaban a muerto.
Las cuadras atrancadas con pequeños trozos de madera apolillada, el relincho de las balas al otro lado, a este, edor a polvora usada, aullidos de lamento, nostalgia de colegio, puertas que es mejor no abrir esos días en que la juventud viene en busca de una mente anciana que reposa como una lagartija despanzurrada inerte bajo el sol, sobre el asfalto de la cruda vejez, reflexionando sobre la muy muy insoportable levedad del ser. Antes ocurrían al menos cosas, ahora cosas es lo que menos ocurre en estos valles olvidados al solitario sol del mediodia donde la nada se apodera de los pastos y por los ríos fluye el tiempo que se escapa entre los dedos, imparable, firme hasta encondese entre los montes en cuyas laderas se ve aún hoy cabalgar, desbocado, un caballo negro, sin brida ni montura, el belfo baboso y los ojos desorbitados. En realidad es el alma del guerrillero abatido en busca de un destino más allá de las cosas de este mundo.
El cuartel de invierno, por así llamarlo, estaba en Castrohinojo, a unos tres kilómetros de Quintanilla de Losada, pero con una subida de agárrate. Desde el final del único acceso al pueblo se divisaban kilómetros a la redonda y se podía detectar una patrulla de la guardia civil a más de lo necesario para aprovisionarse y salir por patas hacia el monte. Toda una fortaleza natural. No importaba ser traicionado porque era imposible ser sorprendido, pero además Castrohinojo era el sitio donde él decía sentirse en casa, arropado, seguro.
Por el tejado de aquella casa, antes de un solo piso, fue por donde rodó al que matarón. Quedo en el medio de la plaza y ahí estuvo una eternidad porque nadie se atrevía a recogerlo. De todos era sabida la puntería del León de Salas, del que se decía por los pueblos que era capaz de darle dos veces a una moneda antes de que cayese al suelo. La sombra de una capa al fondo, en la puerta de enfrente de la casa blanca, un segundo un disparo una silueta chillando desde los escalones de piedra. Allí fue donde hirieron al otro, aquel sí, seguro, sólo pudo ser Girón.
Las arrugas en los rostros eran el resultado de la eterna sospecha, de la perenne desconfianza, del perpetuo miedo a los unos, a los otros, o a caer abatido en medio, o peor aún, terminar como lo hicieron muchos, convertidos en el eco seco de una descarga al otro lado del valle, junto al río, cerca, dónde sólo cinco minutos después ya merodearían los buitres, antes de que el perro llegase a proteger al amo, antes siquiera de poder abrir los ojos y despertar del sueño.
El musgo en las umbrías revelaba la dureza de los inviernos, verde oscuro casi gris, como la ínfima esperanza de librar el cerco, de tener balas y huevos suficientes, de resistir al menos a la noche para intentar huir al monte, verde oscuro casí gris, como el pavor a no volver a verla, a no poder despedirse y malvivir los últimos instantes maldiciendo su existencia. Alimentada la ira con el deseo de unos labios, la mano deja de temblar, el pulso se suaviza, y la Sten no yerra un blanco. La volverá a ver. Una vez más.