miércoles, 28 de noviembre de 2007

Un vuelo y mil dudas.

Un avión pequeño, con los reactores en la parte de atrás, junto las aletas, y no agarrados de las alas, como es habitual en los más grandes. Un vuelo nacional, te puedes creer, quizás quince o veinte veces más, no sé, había tomado uno, pero siempre había sido internacional, siempre afuera, pero demonios este iba para acá, para dentro, sin necesidad de check-in pero con una mochila en la espalda, vacía a la ida, llena a la vuelta. Todo era muy raro. Bocadillos y refrescos gratis, periódicos, frutos secos, dentro todo era perfecto, sin embargo yo nunca quise estar en aquel avión en que no montaste.


De tránsito por tus brazos.

No me acompañes al embarque
para no mezclar nuestros ojos tristes,
con el alboroto de mochilas en el escaner,
y la frialdad de un detector de mentiras,
que en mis manos descubriría
dónde exactamente escondes
tus crueles artimañas,
con que trituras mi pecho cuando te marchas,
cuando me voy allá, y te quedas acá,
envuelta entre zapatos negros,
entre almas despistadas y patéticos
equipajes de mano
llenos de todo, vacíos de tí.
No se si montar en el avión que te deja,
o aterrizar de nuevo entre tus brazos,
un viernes cualquiera, en una ciudad secreta,
dónde me esperarás para que te coja,
y seas tú, quien vuele
trazando círculos ante la perpleja mirada
del hombre que sostiene un cartel,
con el nombre, de alguien
que no conoce,
a quien espera,
envuelto él también en nuestras risas,
arrollado por el poder con que tus besos,
atrapan inconscientemente
en la espiral que dibujan tus pies,
que como un remolino me traga,
y me lleva, para siempre,
al país donde la única moneda,
son tus palabras,
que se cambian por sonrisas,
que compran sueños,
que venden besos
y regalan billetes de avión,
aeropuertos,
y ciudades para vernos.
Aún miro hacia arriba, buscando un lazo azul entre la gente.

lunes, 19 de noviembre de 2007

A Julito que me hace soñar y recordar.

Me hace soñar y recordar y no sé en que orden, y me lío y acabo llorando sobre la cama, apoyado en la pared de leer, con tus recuerdos entre mis dedos, con un libro sobre mi pecho. Y entonces trato de cambiar el orden sin-orden y acabo llorando sentado en un libro, apoyándome en la cama de leer, pegada a la pared. Lo extraño de hoy, es que hemos llorado juntos, por primera vez después de todo aquel viaje que pasé, sólo deseando volver a casa y contártelo. Realmente nunca lloramos juntos hasta hoy. En cambio recuerdo verte llorar, y tu seguro que también me viste a mí aquel día que nadie-vio-llorar-a-nadie y los dos, callamos. Hoy de repente, has aparecido, me has regalado un libro, un cuento que tu dedo señalaba impaciente, pero que tu voz leyó de forma lenta, dispuesta a pararse para explicar cada palabra, cada porqué, cada cómo, cada cada sin resolver y sin importancia, ya infinito e indiferente. Y luego leí yo una página, y tu desapareciste, disolviéndote entre las lineas confusas de un párrafo bipolar cortazariano que no comprendía... Te llamé entonces, y tú, simplemente surgiste envuelto en el nerviosismo de mi espera, y acto seguido te desvaneciste, como la página noventa y tres, para dar paso a la noventa y cuatro. En la ciento tres, ya no existías, sólo contestabas, cercano, a mis preguntas.
Cuando termina el cuento, sé que estás ahí, ahí pero donde, como...

"Simplemente estoy aquí y dispuesto, Paco, escribiendo lo que una vez más hemos vivido juntos mientras yo dormía; si en algo puedo ayudarte es en saber que no sos solamente mi sueño que ahí pero dónde, cómo, que ahí estás vivo y sufriendo. De ese ahí no puedo decir nada, sino que se me da soñando y despierto, que es un ahí sin asidero; porque cuando te veo estoy durmiendo y no sé pensar, y cuando pienso estoy despierto pero sólo puedo pensar; imagen o idea son siempre ese ahí pero dónde, ese ahí pero cómo." (Julio Cortázar, Octaedro)

lunes, 12 de noviembre de 2007

Siempre nos quedará Thom Yorke.

Hay fugaces y poquitos días, pero los hay, cada vez menos en los tiempos que corren, pero los hay, ajenos a la realidad de un mundo que pasa lento ante sus ojos, pero que en realidad vuela, días que vuelan, en busca de otros días, de otros años, de otros tiempos. Instrucciones para abordar un día debería haber escrito Julito, y dejarse de tanta escalera que no lleva a ninguna parte, pero peldaño a peldaño te acerca, a la locura desalmada de un suicida enamorado, al cadalso suspendido de una soga atada a la luna, al lobo estepario en que te convertiste, cuando apoyaste la escalera y comenzaste a trepar, movido únicamente por una arrugada y temblorosa mano llamada inquietud. Afortunadamente, hay días, fugaces y poquitos, en que no hay nubes, y te puedes tirar al vacio y comenzar el juego.

When I’m at the pearly gates this will be on my videotape.

(Cuando esté frente a las puertas nacaradas esto estará en mi videotape.)

When Mephistopheles is just beneath and he’s reaching up to grab me.

(Cuando Mefistófeles esté justo abajo y se estire para alcanzarme.)

This is one for the good days and I have it all here in red, blue, green.

(Una por los buenos tiempos y lo tengo todo aquí en rojo, azul, verde.)

You are my centre when I spin away out of control on videotape.

(Eres mi centro cuando me alejo girando fuera de control en videotape.)

This is my way of saying goodbye because I can’t do it face to face,

(Esta es mi forma de decir adiós porque no puedo hacerlo cara a cara,)

so I’m talking to you after it’s too late from my videotape.

(entonces te hablo cuando ya es demasiado tarde desde mi videotape.)

No matter what happens now I won’t be afraid because I know

(No importa lo que pase ahora no voy a tener miedo porque sé)

today has been the most perfect day I’ve ever seen.

(que hoy ha sido el día más perfecto que haya visto.)

Además mirar como suena este tema que os resultará familiar de un conocido anuncio de la Tv, aquí no hay letra, no hay poesía, de eso se encarga la música. Se llaman Explosions in the sky, suena bien ¿no?.

http://www.fileden.com/files/2006/11/16/384694/Cancion%20Anuncio%20Nuevo%20Toyota%20Auris%20-%20Explosions%20In%20The%20Sky%20-%20So%20Long%2C%20Lonesome.mp3

viernes, 9 de noviembre de 2007

Aritmética precisa para confusos versos...

Eran casi ya las cuatro de la mañana en el Ya nunca me llamas, las durísimas críticas a mis versos habían pasado ya a un segundo plano, allá donde estaban nuestras copas, en la barra vacía de un bar completamente olvidado, próximo a la hora donde todo se cierra y nada abre. Allí Basilio, arremetiste contra mi poesía, que con sólo mentarla, se hizo más importante de lo que nunca fue; desprestigiaste y en esto no me tienes a tu lado, a muchos verdaderos poetas, por el simple hecho de no entender lo que escribían. ¿Dónde esta el punto mágico que tu imaginación aporta a sus versos?. Llamaste cursi a las letrás que llenan desde hace años mis estanterías, osaste meter en el mismo saco a Salinas, a Machado, a Montero, a Éluard, pero que va a ser esto, ¿a Dylan Thomas también? No, no, hay ciertas cosas en esta vida que hablan de amor y no son, así como tu dices, cursis. No puedes decir que, "Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre..." lo es, y no puedes tampoco decir que no lo entiendes, igual que te ocurrirá cuando un poema se cierra con "No sé si te he encontrado, / o sigo una luz roja que me aparta de ti", o cuando tu mente se para, para que leas una y otra vez "Tal vez no envejecemos. O es acaso que el tiempo/ se quitó los tacones para no molestarnos". No todo es lo mismo amigo, asique, insulta, tacha, borra, quema, destroza, o simplemente tira mis versos, y los que no te gusten, pero por favor no vuelvas a decirme que la Poesía, dicho así como un todo impreciso o una nada confusa, es cursi y no te gusta. Entonces me creeré que de verdad no la entiendes, y no me lo creo, porque verás que fácil es, muy muy fácil...

ESCORIAL II

En vez de soñar, contar.
La fachada del oeste
tiene
seiscientas doce ventanas.
Por la primavera van
en su cielo, hacia el domingo
una, dos, tres, cuatro, cinco
nubes blancas.
Yo te quiero a ti, y a ti
y a ti.
A tres os quiero yo.
A las doce el tiempo da
doce campanadas.
Y ya no podrá escapárseme
en las volandas del sueño
la mañana. Haré la raya
para ir sumando: seiscientas
doce, más cinco, más tres,
más doce.
¡Qué felicidad igual
a seiscientas treinta y dos!
En abril, al mediodía
cuenta clara.

Pedro Salinas.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Cuando sopla el viento de los Alpes.



El viento golpea la ciudad de Genéve procedente de los Alpes, destino, los montes del Jura, atravesando el lago Lemán y dejando a sus pies, mis pies congelados. Me bajo del bus que viene directamente de la planta del CERN de Meyran y desemboca en Cornavin, la estación situada en el corazón septemtrional de la ciudad suiza, donde se saludan cada segundo trams, buses y cercanias, donde el calor de castañas asadas te recibe con el conito de papel periódico listo para caminar a tu lado. Al fondo, la ciudad vieja; sólo tengo que cruzar por el primer puente sobre el Ródano, justo al lado de su nacimiento, justo al lado del Lago, donde el viento es el verdadero justiciero de la tarde. Continúo mi emigración cigüeñal hacia callejuelas más tranquilas y me adentro, mezclandome con ginebreses, en el casco antiguo de la ciudad, lugar de residencia de muchos intelectulales a lo largo de distintas épocas. La primera sorpresa queda a mi izquierda, la casa de Jean-Jacques Rousseau, el gran filósofo desterrado de la ciudad, al que ahora se le honra; cómo cambian los tiempos para aquél, perseguido a la vez por la ciudad que le vio nacer y por el intelectual con el que coexistió, Voltaire, nativo de Ferney, pueblecito francés a unos 15 km de Genéva. Así continuamos circulando entre casas de personajes célebres, entre las historias de la reforma católica realizada por Jean Calvino allá a mediados del S.XVI en esta ciudad, cuya herencia hoy está presente hasta el punto de ser conocida como la " Roma protestante ". Y seguimos, seguiríamos horas y horas hablando, pero el paso por la casa de uno de los magníficos, nos detiene de nuevo. Se trata esta vez de Borges, nacido en Buenos Aires y muerto en el año 1986 aquí, en el Nº28 de la Gran Rue, donde una placa de piedra lee sobre mis orejas rojas: "De todas las ciudades del planeta, de las diversas e íntimas patrias que un hombre va buscando y mereciendo en el discurso de los viajes, Ginebra me parece la más propicia a la felicidad."
Y sus breves versos calmaron la ira del viento por unos segundos, una vez más, calmaron la ira del viento que agita mi cabeza y me hicieron, para siempre ya, vagamente cómplice de esa ciudad tan extraña fundada por los Romanos...
EL CÓMPLICE (Jorge Luis Borges)
Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
Soy el poeta.