jueves, 18 de octubre de 2007

Las Razones del Viajero

Decía un buen amigo mío, que existen dos tipos de hombres, el que se sienta en el jardín de su casa esperando oir la voz de Dios, y otro, el viajero, que inconscientemente adquiere la amargura de la inquietud (de mi compañero de charlas del Kavafis, Ángel). Yo añadiría, que muy posiblemente, uno no sabe de la existencia del otro aunque se conocen y se saludan a diario en la calle. No és, tan mala la relación, como entre Cronopios y Famas, pero si que lo es su forma de entender la vida. Y yo como buen Cronopio que me considero, soy de esos que encuentro hostales llenos, ese a quien los trenes no esperan, a quien le llueve a gritos y los taxis no aceptan. Somos de esos que a la hora de dormir nos decimos "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad", y al día siguiente nos levantamos contentísimos. Así arranca el enésimo viaje, sin ninguna Fama en la maleta, llena eso sí, de versos aún sin escribir, de fotos aún sin sacar, en color y en blanco y negro, como la vida, más allá de los colores, allende la imaginación se funde con la realidad para crear un puzzle de cinco piezas que no soy capaz de terminar desde que tú, viajas a mi lado, desde aquél jueves de un mes impar, de un año bisiesto...

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

Luis García Montero(Granada, 1958)

martes, 16 de octubre de 2007

Y muy probablemente...

Hay cosas que es mejor no comentar, hay palabras que, de todo lo que digas de ellas, nada será tan precioso como ellas mismas, palabras que lees, y tratas de escribir algo ligeramente parecido; desistes. Que se les parezcan, aunque sea tras las ondas concéntricas que traza una piedra en el agua, en el fondo, allende la luz rebota y te ilumina, te me apareces borrosa como una aureola en la noche, apagada por una luna menguante, colgada de una estrella, te me apareces. Veo sin mirar y por supuesto miro y no veo. Ficción. Realidad. Sueños...

Disciplina secreta

" La casa como barco
en alta mar de junio.
Las calles como trenes
de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar
que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras,
decidida a existir
desde el fondo templado de tus ojos,
también existe el mundo.
Y muy probablemente
yo acabaré por existir contigo. "

Luis G. Montero

jueves, 11 de octubre de 2007

La librería a oscuras

El otro día, una muy buena amiga me dijo que le gusto algo que me había leído, algo que estaba dentro de todo esto...

Me alegra que soñar conmigo te haga pasear contenta de camino al trabajo, sendero nunca agradable este, ¿verdad?. Espero que pienses en mí también cuando regreses de él... espero que pienses en mí, mi amor.
Ayer me paso algo, necesitaba algo de poesía nueva para mis venas, asique cogí la bici y me fui picoteando de librería en librería, por el centro de Valladolid, de libro en libro, cientos de poemas para ojear, era como el paraíso... pero entonces, de cuclillas indagando en la última balda de la primera estantería, descubrí la antología poética de Dylan Thomas, que por supuesto cogí entre mis manos y comencé a ojear. No fue ella sin embargo la que capto mi atención, sino unos extraños ojos, a la vez conocidos, a la vez preciosos, que me miraban desde el otro lado del estante, justo a través del hueco que el libro había dejado, y que el resto de libros, aún, no habían decidido conquistar. Yo miraba esos ojos, ellos me miraban, y la nada en el medio de una interminable colección de poesía, convertía en ironía la situación. Aquellos que tanto me ayudaron a comprender el amor, eran ahora quienes me separaban de él, malditos versos. Pasé segundos interminables tratando de tirar los libros que impedían ver esos ojos directamente al suelo. Celan, Bowles, Machado, Mayakovski... daba igual, era increible, era como si estuviesen pegados al estante, no se podían sacar, eran un adorno simplemente, o una jugada del destino no lo sé, pero esos ojos seguían mirando, impacientes, desde el otro lado del pasillo. Me di cuenta entonces, que mi dedo seguía marcando una página, ágilmente determinada al azar, momentos antes de empezar el caos, asique de manera refleja abrí el libro, ignorando los ojos, y comencé a leer:
Era mi trigésimo
año camino al cielo en pleno mediodía de verano
aunque la ciudad a mis pies yaciera deshojada en la
sangre de octubre.
Ojalá pueda cantar todavía
la verdad de mi corazón
en esta alta colina a la vuelta de un año.

Puede que por la paz del poeta, o por el instante de reflexión que me permitió la lectura, no sé muy bien porqué, pero entonces creí entenderlo todo. Comprendí que aquello no era una librería normal, porque el sol que precede al crepúsculo entraba por las ventanas, pero allí no existían sombras. No había vendedores ni compradores, no había libros, eran sólo adornos, todos menos uno, justo el que cogí y a través del que apareciste con tus ojos para poner el rasero de los sueños muy por debajo del de la realidad, para hacer de tu cuerpo una realidad sin sombra, caótica, en medio de la noche eterna de tu ausencia, donde ni los mejores edredones suplen el calor de tus caricias, envueltos en la noche de las dos lunas llenas, doble de todo, mitad de nada. Una luna para tí, y la otra...la otra luna eres directamente tú, mi amor. Esa noche, en que creí quedarme sin nada, aunque eso ni siquiera me importase, fue la noche en que recuperé todo, cuando te acercaste a mí como un sochantre, silenciosa, con una vela y un libro entre tus manos, y decidiste marcar las pautas de aquel beso. Un ruido a cerámica rota, un golpe contra el suelo, y la más profunda oscuridad fueron la banda sonora que acompañó el choque de nuestros labios.
En el suelo, inadvertido, el espíritu de Dylan Thomas, reía compulsivamente.
A P.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Poema de Octubre


[...]

Lluvia pálida sobre el puerto que se desvanecía
y sobre la iglesia tamaño caracol mojada por el mar
sus cuernos en la niebla y el castillo
pardo como una lechuza
pero todos los jardines
de primavera y verano florecían en los cuentos fantásticos
allende los confines y bajo la densa nube de alondras.
Allí pude vivir maravillado
mi día de cumpleaños
mas el tiempo cambió en redondo.

[...]

Era mi trigésimo
año camino al cielo en pleno mediodía de verano
aunque la ciudad a mis pies yaciera deshojada en la
sangre de octubre.
Ojalá pueda cantar todavía
la verdad de mi corazón
en esta alta colina a la vuelta de un año.

de Poema de Octubre (Dylan Thomas)

martes, 9 de octubre de 2007

Libertad


Sin duda cuando se creo "laalquimiadetusversos" se trataba de pensar en algo más allá, pensar como alguien podría influenciar nuestra forma de pensar, y por supuesto de escribir, con tan sólo leerlo. Sin duda, Paul Eluard es uno de esos alquimistas esquizofrénicos cuyos versos nos hacen desear estar locos para siempre, o al menos nutrirnos con el placebo de sus palabras, y curar así la enfermedad que persigue a nuestra sociedad, la despreocupación por todo, la preocupación por nada. Prefiero un loco que escriba a un cuerdo que se quede en silencio, aún siendo consciente que el silencio, en muchos momentos, dice más que la propia voz, incluso mucho más que una imagen también.
Este poema que fue escrito en 1942, durante la ocupación nazi, y por él fue perseguido por la Gestapo.

Sur mes cahiers d'écolier
Sur mon pupitre et les arbres
Sur le sable sur la neige
J'écris ton nom
Sur toutes les pages lues
Sur toutes les pages blanches
Pierre sang papier ou cendre
J'écris ton nom
Sur les images dorées
Sur les armes des guerriers
Sur la couronne des rois
J'écris ton nom
Sur la jungle et le désert
Sur les nids sur les genêts
Sur l'écho de mon enfance
J'écris ton nom
Sur les merveilles des nuits
Sur le pain blanc des journées
Sur les saisons fiancées
J'écris ton nom
Paul Eluard (1895-1952)
Poema completo:

lunes, 8 de octubre de 2007

Realidad o... un beso.

La realidad no existe, es sólo un punto de vista,
o acaso es ficción este esbozo de beso,
que sobre un nostálgico papiro,
con la tinta del tiempo,
en alguna ocasión,
dibujaste
mientras susurrabas
enredada entre mis brazos,
mientras reías mis caricias
y escondía tu lápiz, en alguna ocasión,
pronunciaste,
- los mosquitos no pueden comer este papel, nunca. -

O acaso es realidad esta desenfocada foto,
esta fábula de colores sin sentido,
que sólo veo en blanco y negro,
y que yo mismo lancé, fugaz,
contra tu cuerpo descuidado,
en la noche de las estrellas,
para recoger las lágrimas y recuerdos,
del primer día sin tu mano,
que es hoy.

martes, 2 de octubre de 2007

Fíate del Oráculo... y no corras.


Cuando hablamos de Kavafis ( Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης ), hablamos del griego moderno en la palabra, y de la cultura clásica sobre el papel. Hablamos de un icono de la cultura gay de su tiempo capaz de ocultar entre lineas interesantes ideas. Conocí a Kavafis desde pequeño, pero no como escritor, para mí durante mucho tiempo fue sólo un bar de Astorga dónde tomaba café los fines de semana. Luego se despertó mi interés por la poesía y Kavafis ha ocupado parte de mis lecturas. Del bar, de las conversaciones en él, conocí a Bukowski, a los Panero hijos, Leopoldo María y Juan Luis, astorganos que aunque pongo juntos, no podrían estar más distanciados; surgió Allen Ginsberg y con él se desveló el universo Beat de Jack Kerouac, de William Burroughs y de tantos otros. Pero de esto hablaremos otro día, hoy nos quedamos con la poesía sensible, con el renacimiento de la lengua griega clásica de manos de Kavafis, y con la magia de un trilero que no oculta las palabras, pero las dota de un significado ambigüo, como lo hace el Oráculo, como la misma metáfora de la vida o la insipidez de la nada, como un atardecer en Acaya...


EL PLAZO DE NERÓN


No se inquietó Nerón cuando escuchó
El vaticinio del Oráculo de Delfos.
"Los setenta y tres años que tema".
Tenía tiempo aún para gozar.
Tiene treinta años. Muy suficiente
es el plazo que el dios le da
para preocuparse de los peligros futuros.
Ahora va a regresar a Roma un poco cansado,
pero cansado exquisitamente por este viaje,
que fue todo días de placer
-en los teatros, en los jardines, en los giimnasios...
Atardeceres de las ciudades de Acaya...
Ah la voluptuosidad de los cuerpos desnudos sobre todo...
Esto con Nerón. Y en España Galba
secretamente su ejército reúne y lo ejercita,
el anciano de setenta y tres años.