lunes, 18 de mayo de 2009

Había logrado llegar a dedo al pueblo y aún le quedaban unos cuatro kilómetros de subida. La fina lluvia no molestaba, pero las gotas se iban acumulando en las gafas y deslizaban por su mejilla disfrazadas de lágrimas, buscando el suelo para perderse en el asfalto empapado. La campiña era pura primavera y doblar cada rampa era ofrecer a los ojos alfombras verdes infinitas, interrumpidas por filas desordenadas de troncos ocultos bajo tupidas matas de ramas colgantes, parterres divididos por hileras de rocas de una cantera cercana (ahora ya casi olvidada) y algunos tejados de pizarra. A mi espalda siempre, el Danubio.

La pared de piedra, asomaba al frente como la muralla de un castillo, fría e imponente, inquebrantable por el paso del tiempo y, absorviendo todos los rayos de luz, envuelta en un ligera oscuridad, como flotando sobre una de esas bajas nieblas londinenses. La entrada se veía, tal como la recordaba de aquella foto que le había llevado hasta allá, dos torres de roca a cada lado no muy altas, bastante anchas y cuadradas, unidas entre sí por una balconada. Formaba el conjunto una “H” con la puerta en el centro completamente blindada, sellada entre las dos torres, cada una de ellas con cristaleras en la parte superior cubriendo todo el contorno y permitiendo controlar lo que ocurría en cualquier dirección. Un tejadito metálico que de algún modo recordaban a una estructura oriental, las cerraba. Quizás no sólo el símbolo fue extraído de esta cultura.

El haber llegado temprano me permite verlo lejos de la avalancha de turistas morbosos, que van directos a la cámara de gas y los crematorios, tomán la foto, y se van. El silencio inunda los barracones a ambos lados del amplio pavimento central, y se pierde al final herido por cinco lineas de hierros herrumbrosos y afilados. Arrest-Gebäude, ciclón B y ladrillos de cerámica. El calor se pega al cuerpo como el plástico quemado a la piel. 1230, judío, 2435, homosexual, 4123 republicano. La verdad es siempre cruel aunque estés preparado para ella. Wilhelm Schulz, Poland, 1906-1941. Miguel Alcubierre, 4218, muerto en 24-3-1941 , de su hijo José, 4100. Muchos murieron defendiendo sus ideas, otros no pudieron tan siquiera defenderlas. A ambos.


Mauthausen (mayo 09)

1 comentario:

Joseph Cartaphilus dijo...

Sin duda que no hay infiernos suficientes.

Salvo en vida.

Dichosos hijos de puta