...donde te despiertan con un beso y el desayuno llega a la cama, acompañado por un periódico calentito y una mañana de desidia. Bienvenido acá, donde la gente te ayuda con las bolsas de la compra y los gritos no existen; sólo susurros al oído, leves voces que te dicen que existes. Nadie se retrasa o todos llegan al mismo tiempo tarde, que más da, no importa, nada importa en el reino de los cielos donde gobierna la calma y el sol se pone sólo cuando termina el día. No antes, como pasó ayer. Hay un sitio para aparcar el coche cerca de la oficina, el teléfono está sin cobertura, internet no funciona, y la mañana de trabajo pasa desapercibida por el doble arcoiris que se ve al fondo, donde llueve. Cerveza fría, ducha caliente, sopa templada. El sabado, viaje. El domingo, resaca. Entre medias, saber quien era de verdad Ernest Andrei Friedmann o leer a ese gran músico e ingeniero que escribió La espuma de los días. Bienvenido al reino donde no existen transformadores, convertidores estáticos de frecuencia ni paneles de control del generador. Bienvenido al cielo de los dominicanos, donde dos perros te reciben a la puerta babeando, y no San Pedro con sus llaves que seguro no son ni originales, pues Jesús no se fiaba de nadie y les daba a todos copias, que no siempre funcionaban. Bienvenido al cielo de verdad, dónde el presente gobierna y los recuerdos permanecen en la memoria como si todo hubiese ocurrido minutos atrás. Aquí, no existe el olvido. En el otro lado, allá donde yo estoy, acabo de recordar que el sábado es tu cumpleaños, tantas veces olvidado cuando vivía, y sin embargo ahora, desde el reino de las sombras, no hago más que pensar que no podemos seguir creciendo juntos porque uno de los dos ya no esta, y no consigo saber si eres tú o soy yo quien falta.
jueves, 3 de septiembre de 2009
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