Saqué la microSD y la enganché al USB para meterla en el PC. - Esto es música en mp3, abuelo -, trataba de explicarle mientras la tarjeta de memoria se escurría entre las uñas de sus dedos como se desliza la tristeza entre los labios de una despedida, como se hunde la vida en la balsa del tiempo mientras en la superficie nada pasa. A veces tengo la amarga sensación de que la insustancialidad de la tecnología traiciona el afecto de la vejez, separando generaciones, sesgando conversaciones. Yo recuerdo sentarme a escuchar. Recuerdo saber callar y aprender a diferenciar sin erigirme juez. Enmudecer de manera insconsciente con el ruido de una Mikado, leer la felicidad en tus ojos hablando de aquel balón de fútbol que la Falange, a quien nunca te arrimaste, te regaló. Ese mismo que golpeabas en la plaza de Astorga un día cualquiera de las vacaciones de verano. Bueno, no exactamente un día cualquiera, era un 17 de julio de 1936. Lo sé, porque tú me lo contaste y yo, callado, te supe escuchar. Aquel día una pareja de la Guardia Civil había subido por el Postigo con la Astra modelo 1921, nueve milímetros no del todo enfundados que invitaban a correr a casa despavorido. Aquel balón olvidado, robado, me mostró las sospechas y desconfianzas que un niño de entonces tenía y que no difieren de las que tiene uno de hoy.
Mi abuelo habla, como cualquier otro, de cosas mucho más interesantes que el mp3 y el USB, de cosas que todo el mundo comprende porque están muy por encima de las costumbres de una generación. Son quizás ideologías. La de la vida, el cariño, el trabajo, el esfuerzo. Habla del no matarás y del morir matando. Son quizás las ideologías que la república, el franquismo o la transición no han podido enseñar al pueblo, porque el pueblo ya las conocía. Por ello se han ocupado de enseñar estupideces y deformar acontecimientos, crear necesidades y continuar dividiendo en dos, un país del que salen muchos más. De sembrar la calle de heroes y villanos y clavarlos en las esquinas.
Yo, quiero una placa con el nombre de mi abuelo porque la venganza no se apoderó nunca de él, porque trabajó años para que su nieto pudiera reir cada día y porque lloró a escondidas para que otros se calmasen en su hombro. Porque aunque apenas camina, es el primero en empujar el coche que no arranca, pero sobretodo porque ha sabido ser el puente entre dos orillas que se alejan, y sin obligarme a saltar, me ayuda cada día a elegir el lado del que quiero formar parte. Pegado siempre al transistor y al parte, dudo que necesite de las cuatro mil canciones del mp3 de cuatro gigabytes que seguramente ni siquiera yo escucharé de seguido, nunca. Por eso siempre me acuerdo de los valores que me inculcaste y por eso, no descansaré hasta que entiendas qué es el mp3.
Mi abuelo habla, como cualquier otro, de cosas mucho más interesantes que el mp3 y el USB, de cosas que todo el mundo comprende porque están muy por encima de las costumbres de una generación. Son quizás ideologías. La de la vida, el cariño, el trabajo, el esfuerzo. Habla del no matarás y del morir matando. Son quizás las ideologías que la república, el franquismo o la transición no han podido enseñar al pueblo, porque el pueblo ya las conocía. Por ello se han ocupado de enseñar estupideces y deformar acontecimientos, crear necesidades y continuar dividiendo en dos, un país del que salen muchos más. De sembrar la calle de heroes y villanos y clavarlos en las esquinas.
Yo, quiero una placa con el nombre de mi abuelo porque la venganza no se apoderó nunca de él, porque trabajó años para que su nieto pudiera reir cada día y porque lloró a escondidas para que otros se calmasen en su hombro. Porque aunque apenas camina, es el primero en empujar el coche que no arranca, pero sobretodo porque ha sabido ser el puente entre dos orillas que se alejan, y sin obligarme a saltar, me ayuda cada día a elegir el lado del que quiero formar parte. Pegado siempre al transistor y al parte, dudo que necesite de las cuatro mil canciones del mp3 de cuatro gigabytes que seguramente ni siquiera yo escucharé de seguido, nunca. Por eso siempre me acuerdo de los valores que me inculcaste y por eso, no descansaré hasta que entiendas qué es el mp3.