...es que no tengo ningún sitio adonde ir, sólo estas ruinas, están siempre aguardando en el otero, no sé a qué esperan, míralos ahí, aguardando en silencio, como si te reclamaran, sólo faltas tú, si no puedo hacer nada por ellos, quiero hablarles y no saben escuchar, están sin estar, no sé qué es lo que buscan, lo que esperan, bajan a Poimala y vuelven al arrimo de la torre, salen del fosal y no dejan de caminar junto a las tapias, a veces se están quietos y hacen gestos con la mano, te reclaman y tú no quieres ir, no quieres regresar, no quieres recordar el tiempo de los hongos recién brotados tras la lluvia, los olores de las islas en octubre, el aire fragante de jardines y palmeras, atrincherado en la litera de un dormitorio gris invocas el sueño que no acaba de llegar, velas en la sombra, espías hasta el toque de diana, hueles, recuerdas aquella atmósfera cálida que borraba los amaneceres fríos de Poimala, había llovido durante la noche y de la tierra volcánica se elevaba un vaho tibio con el olor de las flores recién cortadas.
La luz del sol borra las sombras, las difumina, las olvida. [...]
La luz del sol borra las sombras, las difumina, las olvida. [...]
"Más allá del olvido" Andrés Martínez Oria