De pequeño me decían que la poesía se leía, y la música se escuchaba. Por mi propia experiencia fueron pagándose las velas de los convencionalismos, y de aquello no quedó más que ceniza y humo que el viento se ocupó de borrar. Hoy me encanta escuchar poesía, me encanta leer música y que tú aparezcas siempre entre los versos desafinados que marcan los golpes asíncronos de mi máquina de latir, que desaparezcas luego para regresar envuelta en notas que suenan a cada paso que das, mientras te aproximas. En ocasiones, diría se vuelve el suelo un piano de teclas perfectamente escaladas bajo el suspiro de tus pies, que sólo tú sabes tocar con saltitos graves o agudos a tu antojo, lanzándome miradas sensuales y mimosas, sin mirar abajo, porque tu nunca lo haces, siempre sabes dónde está todo y me lo dices a mí que no lo sé, al oído, para que nadie pueda llamarme estúpido, a pesar de serlo. En realidad sólo son escusas para besarnos porque no hablamos con nadie en el mundo mundo, al fin y al cabo es lo malo, o lo bueno, de vivir en un planeta, quizás un asteroide, donde sólo estamos tú, yo y un perro transparente de ladridos invisibles llamado Zoe al que sólo yo veo, pero no existe. Entiendes ahora porque a veces hablo solo, juego solo, leo solo, duermo solo y solo me levanto, sólo, si tú no estas a mi lado. No entiendo porqué a veces me dices que no llegarás a dormir a casa, no es posible en un hipoplaneta de un puñado de kilómetros de radio donde puedes adelantar a tu sombra en una mañana soleada con solo con darte un poco de prisa al andar. Malditas sombras, esas sí que me impiden estar solo, son los clavos que pinchan la burbuja, se mueven rápido por la noche y las tienes encima todo el día, es imposible despistarlas. Salvo si tú estás, entonces nos besamos rodeados de brazos y al menos logramos perder a una de ellas. Pero luego vuelve y yo decido hablar con ella; siguiendo el ritual enciendo una vela, cojo un papel y un boli, y comienzo a escribir sobre él de forma que el final de la realidad coincide con el principio de la ficción, y es ese preciso punto, el que dibuja letras, a veces versos, otras garabatos, y comienza a moverse de manera mágica sobre papel cuadriculado soltando la tinta ensangrentada de mi sombra que lejos de abandonarme, ahora también escribe por mí. Sólo puedo levantar el boli del papel y contestar hablando lo que me pregunta, si la punta toca el papel, hablan las sombras.
Romeo and Juliet - The Killers (Dire Straits Cover)
1 comentario:
¿Sabes?
El sábado en un bar
me salió un cuidador de alas,
de las alitas q yo llevaba
se parecía mucho a tí
y me hizo mucha gracia,
era como si Ander cuidara
mis alas de los continuos empujones.
Lástmia que sólo aguantara
15 minutos más en el bar,
tuve q guardar mis alas,
e ir andando a casa,
todo porque no las rompieran.
Enhorabuena por esos aprobados
y ¿ahora qué?
Unbeso
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